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Las Ermitas

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  • Edificios Históricos

Descripción

Ermita del Sudor

Ermita del Sudor (s XVII).

En la era, llamada entonces de Antón Marín, donde en la tarde del 27 de abril de 1698 se experimentó tan extraordinario suceso, por mandato episcopal y la voluntad popular se levantó una pequeña capilla que permanentemente recordara tan importante hecho.

En esencia, se trata de una reducida estancia cuadrada -de 16 metros cuadrados-, con tejado a cuatro aguas, y cubierta en su interior con una interesante y proporcionada cúpula sobre pechinas -lo de más interés y valor artístico-. Éstas antaño estuvieron decoradas con pinturas murales de tema vegetal. Igualmente lo estuvieron las sencillas pilastras cajeadas que marcan los ángulos. Mas con todo ello lo más interesante es el cuadro del Cristo de Burgos que aquí recibe culto, por fortuna, el original.

Cuadro de la ermita del Sudor.

 

El lienzo, de proporciones cuadradas, tiene por eje la Sagrada Imagen entre un abrupto paisaje de pinos, apareciendo flanqueado a la derecha por un caballero, todo vestido de negro y orando de rodillas -supuestamente pudiera ser el noble burgalés D. Jerónimo de Sanvítores, legítimo propietario del cuadro o quien en ese momento fuera el titular del Marquesado de la Rambla-, y a la izquierda el arriero que llevaba las pertenencias de D. Jerónimo a Guadix, con el mulo, que traía el Sagrado Lienzo cansado a sus pies -evocando el relato que dice que el animal, una legua antes de llegar a éste lugar, no pudiendo soportar la carga reventó, lo que era ya una premonición de que el Cristo de Burgos, quería quedarse en esta villa-.

El Nicho de la Legua

El Nicho de la Legua original (s XVII)

Aunque esté dentro del término municipal de Solera, sin embargo, desde el punto de vista eclesiástico pertenece, como es lógico, a la jurisdicción de esta Parroquia de Cabra del Santo Cristo, levantándose para conmemorar el lugar donde el animal que traía la caja con el lienzo del Santo Cristo cayó agotado. Por fortuna aún subsiste en pie el primitivo nicho (recientemente restaurado), junto al camino real que unía la Loma de Úbeda con Guadix, siendo un interesante ejemplo de arquitectura popular.

Se trata de una sencilla estructura cuadrada, de buena mampostería, que hasta una altura, aproximadamente de metro y medio es maciza, y a partir de aquí abre el nicho en sí, cubierto con una bóveda de arista, donde aún quedan restos de su primitiva policromía. Objetivo de numerosas promesas de sus devotos, peregrinos o simples caminantes que transitaban por este antigua camino de herradura, era también, a la par, objeto de frecuentes robos, por lo que el prior D. Juan José Pugnaire nada más tomar posesión del priorato, en 1860, se propuso construir una nueva ermita, más grande, segura, aunque las circunstancias políticas adversas del momento -la revolución de 1868, la Primera República-, etc. no se lo permitieron hasta finales de siglo -en el remate de la fachadilla aparece el año 1898-.

Se da el caso de tratarse de uno de los escasos leguarios que quedan y seguramente de los más originales, pues se aprovecha la fachada Norte de esta pequeña ermita para señalizar en una lápida; “A Cabra… una legua”.

El Nicho de la Legua levantado a finales del XIX.

Así pues, la actual, a unos 250 metros más al sur y precedida de una pequeña lonja, es una sencilla habitación rectangular y sin más adorno que el remate de la fachada terminado en un medio punto, donde en su intradós va una lápida de mármol con el versículo 6 del capítulo XIV del Evangelio de San Juan, en que Cristo afirma: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida y en su vértice una sencilla cruz de madera.

El cuadro del Nicho de la Legua (s XIX).

El cuadro, si no es una obra muy conseguida artísticamente, sí en cambio de una enorme devoción y arraigo popular y ya no sólo limitada a esta localidad, sino a las más inmediatas. Fechado en el reverso en 1861, nos presenta, en un primer plano al Cristo de Cabrilla -nunca mejor utilizada esta advocación que ahora, pues es su iconografía más conocida y divulgada-, presidiendo la escena, el resto es un hermoso paisaje de pinos, recorrido por un camino en zig-zag, apareciendo a su derecha el primer nicho sobre unas gradas y junto a él el arriero aliviando al mulo, tendido en el suelo, de la caja donde venía enrollado para Guadix el lienzo del Santo Cristo de Burgos.


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